Como en el alma, como el corazón,
en el interrumpen inmesos vacíos,
atravesando espacios antes ocupados.
Nada ni nadie puede llenarlos,
son la marcas de la vida, la experiencia,
grandes y pequeños, aguijoneando nuestra esencia.
Pero poco a poco disminuyen,
se regeneran, sin orden ni control,
dejando cicatrices de las más bellas formas.